El mungiarra Iñaki Larrinaga presentó el miércoles en Torrebillela, en el año en el que el batzoki de Mungia cumple 100 años, su tercer libro, 'Historia del Partido Nacionalista Vasco de Mungia (1892-1936)' de la mano de la Fundación Sabino Arana. El autor ofrece su particular imagen del municipio

DEIA. La andadura literaria e historiográfica de Iñaki Larrinaga empezó cuando se jubiló. Aunque este mungiarra haya trabajado durante toda su vida en la conocida empresa Arteche, siempre tuvo curiosidad por lo acontecido a su alrededor, y por eso se puso manos a la obra para sacar a la luz retazos de microhistoria, de nuestra historia más cercana.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

En la posguerra, cuando pasamos tantas estrecheces, recuerdo que mis padres hablaban de épocas pretéritas, de antes de la guerra, como ellos decían "normal denborak", y lo que contaban parecía una maravilla, la panacea. En su momento, siendo niño, no le di demasiada importancia, pero después, quise ahondar en lo que habían vivido y lo que realmente era el Mungia de aquel tiempo.

¿A quién va dirigido este libro?

En un principio, cuando comencé a investigar, a documentarme, lo hice sin contárselo a nadie, buscando los datos para mí. Poco a poco, y tras muchas horas de búsqueda sobre todo en periódicos de la época, recogí informaciones sobre muchos aspectos de la vida de Mungia. Vi que la documentación daba no para un libro, sino para mucho más, y al final decidí acotarla y centrarme en la creación del batzoki.

¿Cree que los mungiarras conocen su propia historia?

Yo hablo por mí cuando digo que yo desconocía muchísimas circunstancias antes de comenzar el trabajo de investigación para mis libros, e imagino que a otros muchos les pasará igual. Yo estoy muy interesado en conocer los detalles de nuestra historia, y creo que es un trabajo que se debe hacer.

A lo largo de la investigación, ¿hubo algo que le sorprendiese especialmente?

Cómo funcionaban algunas cosas en aquel tiempo. Leí una noticia sobre un incendio acaecido en la entonces Beko kale de Mungia en la que se detallaba cómo las distintas autoridades fueron dando órdenes de uno a otro sobre cómo actuar y al final con tanta jerarquía en el inmueble no quedaron ni las brasas.

En su libro habla de distintas personalidades mungiarras que fueron figuras del nacionalismo vasco desde sus inicios. ¿A quién destacaría usted?

La figura más destacada a nivel de autoridad fue Alipio de Larrauri, apellidado Larrauri y oriundo del mismo, que fue Delegado regional de Bizkaia allá por el año 1904, lo que hoy sería el Bizkai Buru Batzar.

La historia del nacionalismo en Mungia giró en gran parte en torno al batzoki, que en su reapertura se inauguró como Euzko Gaztedija.

Sí, y a partir de entonces cuando realizaban las asambleas se referían al mismo como los locales de Euzko Gaztedija. Es muy posible que influyera en este cambio, la fuerza avasalladora que poseía la juventud nacionalista en aquel momento.

También hace referencia en el libro a las muchas iniciativas que se llevaban a cabo en Mungia durante ese periodo.

Sí, aquí la gente se movía mucho, era un municipio muy participativo y con muy pocos recursos se llevaban a cabo muchas actividades: la fundación del Club Deportivo Mungia por ejemplo, se remonta a 1912. Y además de los sindicatos y otras agrupaciones de índole político y social, destacaba el amor por el teatro de los mungiarras. En mi libro hablo de ello pero merece un capítulo aparte.

En cambio los jóvenes de ahora se han mostrado muchas veces preocupados por la falta de implicación que han sentido en el municipio.

Mungia siempre ha sido un pueblo muy implicado y se han llevado adelante muchas iniciativas. Lo que cuento en mi libro es una muestra de ello. Eso es algo que no debemos perder.

¿Qué me puede contar sobre su próximo proyecto?

Tengo varias cosas en mente, pero creo que, si puedo, escribiré algo sobre el Club Deportivo Mungia.

 

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