Mungia y sus Lore Jokoak viajaron ayer a la Edad Media y a las euskal jaias de principios del siglo XX.
Baserritarras de domingo y aldeanitas elegantes con sus mejores ropajes tomaron ayer las calles de Mungia. Esta localidad celebró una nueva edición de sus Lore Jokoak y el centro del pueblo se volvió a llenar de aromas y ambientes de otras épocas. Faldas de colores, blusas bordadas, elegantes chalecos y delantales almidonados fueron los atuendos protagonistas entre los participantes en esta fiesta que recrea cada año un momento histórico o elemento concreto del pasado de la localidad. En esta ocasión, Mungia rememoró los Juegos Florales que Antoine d'Abbadie puso en marcha en 1853 en Urruña y que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y durante el siglo XX se expandieron por toda Euskal Herria y que eran fiestas populares donde primaban el teatro, la poesía, la danza, la música, el bertsolarismo y el deporte rural.
Pero en este municipio ayer había una extraña mezcla de épocas, ya que además, dentro de las Jornadas Europeas de Patrimonio, esta localidad quiso viajar aún más atrás en el tiempo escenificando uno de los episodios notables de su historia, como fue la Batalla de Mungia, que se libró en 1471 y que supuso el final de la Edad Media en el territorio y de las guerras entre banderizos. Así que, ayer en Matxin plaza y en Foruen enparantza las neskas y los baserritarras de principios del siglo pasado paseaban junto a los caballeros del siglo XV y los tocados imposibles que portaban las mujeres vascas en la Edad Media.
Sin imprevistos La cuestión es que un año más los mungiarras se han volcado para dar vida a esta fiesta que organizan el Ayuntamiento y diversas asociaciones de la localidad. El grueso de las actividades y las teatralizaciones de este evento se celebraron al resguardo de Andra Mari Gunea, de manera que el tiempo inestable no afectó a los actos organizados. La jornada arrancó con la puesta en escena de muchos de los elementos que conformaban aquellas euskal jaias que creó D'Abbadie. Las voces corales de J. M. Arregi Abesbatza y los bertsolaris de Taket inauguraron esta fiesta a la que no le faltó ningún ingrediente de aquellos juegos florales de antaño, como los bailes populares o la poesía. De hecho, en este marco se entregaron los premios de esta edición de Lauaxeta Olerki Lehiaketa, de manera que el primer galardón fue a manos de Imanol Sorondo y el segundo recayó en Ione Gorostarzu. Después, un nutrido grupo de vecinos de la localidad se volcó en la escenificación de la Batalla de Mungia en la que ilustraron de manera divertida lo sucedido en la pugna.
La alcaldesa de Mungia, Izaskun Uriagereka, se mostraba satisfecha de la labor llevada a cabo por los vecinos de los barrios y las asociaciones locales. "Se ha conseguido que esta escenificación haya sido algo muy participativo", explicaba, apuntalando además la voluntad de Mungia de continuar poniendo en marcha con ilusión estos Lore Jokoak. "No es una euskal jaia a secas. Cada año trata un tema concreto", destacaba la concejal de Cultura, Mirenbe Bilbao, poniendo en valor la labor de los mungiarras implicados.
Ayer, la nueva entreplazas de Mungia tuvo un estreno de lujo. Ya han concluido las obras que han eliminado los restos de la antigua carretera a Gamiz-Fika, de manera que ayer, esta remozada zona peatonal entre Matxin y Foruen lucía animada, amplia, llena de gente con ganas de fiesta.
En Matxin estaban los vecinos de Atxuri que lucían orgullosos una trabajada carroza con la maqueta de la Torrebillela de antaño, con su molino y la casa del molinero. Tal y como explicaron Josemi Gondra y Angel Bikandi, esta es la carroza que los vecinos de Atxuri elaboraron con motivo de sus fiestas de San Bernardo de agosto, fecha en la que la carroza partió de la ermita de San Martín tirada por bueyes para recorrer Mungia. "Hoy exponemos todo este trabajo. Esto es una obra de arte", resaltaban. Y es que esta maqueta de madera está hecha a mano de modo que cada pieza que emula las piedras de la torre está pintada a pincel. Doce personas trabajaron durante dos meses para dar forma a esta maqueta. "Nos reuníamos por las tardes después de trabajar", subrayaron.
Los miembros de Llonako Kofradia sorprendieron a los presentes escenificando una fiesta medieval en la que no faltó una mesa con viandas como las que se degustaban en aquellos tiempos. "Nos hemos informado bien sobre qué cosas se comían entonces y hemos preparado un cordero asado, queso, nueces, castañas asadas, sopa de ajo, manzanas asadas...", explicó Bego Goikoetxea, de Llona. "Y todos los utensilios son de hierro y madera", añadió. Todos los miembros de Llonako Kofradia llevaban ropajes medievales que ellos mismos han elaborado, incluidos los vistosos tocados de la cabeza como los que llevaban las mujeres vascas de aquellos tiempos. "Hemos trabajado dos meses en estas ropas. Han sido dos meses de muchos nervios, pero disfrutamos mucho con esto", aseguró.
Dentro de Andra Mari Gunea no faltaron las escenificaciones de antiguos oficios. Allí estaban las modistas de antaño, en un expositor que exhibía prendas y útiles de labor de más de cien años. La mungiarra Ana Rosa Elizondo mostraba orgullosa la máquina de coser con la que su amama iba cosiendo de casa en casa. Y tampoco faltaban los herboleros, que mostraban las hierbas recogidas en la zona y sus cualidades curativas, y rememoraban los antiguos remedios sanadores como los zanatenes, los emplastos o los gariek para los granos.
Son escenas que ayer se vivieron en un Mungia que cada año se viste de fiesta y aromas de antaño.
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